Después de aquella primera toma de contacto con el fondant, todo evento, sobretodo cumpleaños, era la excusa perfecta, para llenar la cocina de nuves y azúcar glass y elavorar esa masa tan dulce que a mi terremotillo le encanta.
aqui os muestro aquellas tartas, elavoradas sin apenas herramientas, pero con muchas ganas de sorprender.
a partir de entonces colorantes, aromas y cortadores empezaban a buscar espacio en mi cocina.
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